Reflexiones y desafíos sobre la importancia de la ética en la
investigación socioeducativa
Reflections and challenges on the importance of ethics in
socioeducational research
Dr. David Pastor-Andrés Universidad del País Vasco, España (david.pastor@ehu.eus)
(https://orcid.org/0000-0001-7412-0724)
Dra. Monike Gezuraga-Amundarain es profesora agregada en la Universidad del País Vasco, España
(monike.gezuraga@ehu.eus) (https://orcid.org/0000-0003-0756-1858)
Dra. Leire Darretxe-Urrutxi es profesora agregada en la Universidad del País Vasco, España
(leire.darretxe@ehu.eus) (https://orcid.org/0000-0001-7468-7915)
Dr. Iñigo Rodríguez-Torre es profesor en la Universidad del País Vasco, España (inigo.rodriguezt@ehu.eus)
(https://orcid.org/0000-0001-7242-6068)
Recibido: 2024-04-18 / Revisado: 2024-10-16 / Aceptado: 2024-11-11 / Publicado: 2025-01-01
Resumen
Este artículo pretende abordar un trabajo teórico-reflexivo que faci-
lita entender el estado de la cuestión ética en la investigación socioe-
ducativa desde una perspectiva cualitativa. Frente al predominio de
las investigaciones cuantitativas en las universidades tanto a nivel
internacional como nacional, apostamos por una investigación
cualitativa desde las Pedagogías Críticas. De esta manera se entien-
de que desde la educación e investigación se puede transformar la
realidad y un aspecto fundamental de análisis es la cuestión ética.
En un primer lugar, se abordarán ideas claves sobre la investigación
en el ámbito socioeducativo desde la perspectiva cualitativa en la
universidad. En segundo lugar, se analizará la visión histórica de la
ética en la investigación socioeducativa. En tercer lugar, se señala-
rán aspectos éticos claves en la investigación socioeducativa desde
la perspectiva cualitativa. En cuarto lugar, se reflexionará sobre
la competencia investigadora en la educación incluyendo tanto
desafíos como oportunidades a los que nos estamos enfrentando
actualmente en las universidades. Retos como la construcción
colectiva del conocimiento; la necesidad de considerar las intersec-
cionalidades de género, raza, clase social, etc.; el cuidado de todas
las personas implicadas en los procesos de investigación. En con-
clusión, se destaca la relevancia política y ética de todo proceso de
investigación socioeducativa. Es fundamental mantener la reflexión
sobre esta cuestión en relación con la construcción de un modelo
participativo que priorice el cuidado de las personas involucradas.
Palabras clave: investigación, universidad, ética de la investiga-
ción, métodos cualitativos, competencia investigadora, profesio-
nales de la educación.
Abstract
This article aims to address a theoretical-reflexive work that
facilitates understanding the state of the ethical question in
socio-educational research from a qualitative perspective. Faced
with the predominance of quantitative research in universities
at both the international and national level, we are committed to
qualitative research from the perspective of Critical Pedagogies.
In this way, it is understood that education and research can
transform reality and a fundamental aspect of analysis is the
ethical question. Firstly, key ideas about research in the socio-ed-
ucational field from a qualitative perspective at the University will
be addressed. Secondly, the historical view of ethics in socio-ed-
ucational research will be analysed. Thirdly, it will point out key
ethical issues in socio-educational research from a qualitative
perspective. Fourthly, it will reflect on research competence in
education, including both challenges and opportunities that we
are currently facing in universities. Challenges such as the collec-
tive construction of knowledge; the need to consider the inter-
sectionalities of gender, race, social class, etc.; the care of all the
people involved in research processes. In conclusion, the political
and ethical relevance of any socio-educational research process is
highlighted, underlining the need to continue reflecting on this
issue in relation to the construction of a participatory model that
focuses on the care of the people involved.
Keywords: research, university, research ethics, qualitative meth-
ods, research competence, education professionals.
Forma sugerida de citar (APA): Pastor-Andrés, D., Gezuraga-Amundarain, M., Darretxe-Urrutxi, L. y Rodríguez-Torre, I.
(2025). Reflexiones y desafíos sobre la importancia de la ética en la investigación socioeducativa. Alteridad, 20(1), 74-83.
https://doi.org/10.17163/alt.v20n1.2025.06
enero-junio 2025
Vol. 20, No. 1, 74-83
https://doi.org/10.17163/alt.v20n1.2025.06
p-ISSN:1390-325X / e-ISSN:1390-8642
http://alteridad.ups.edu.ec
Dr. David Pastor-Andrés, Dra. Monike Gezuraga-Amundarain, Dra. Leire Darretxe-Urrutxi y Dr. Iñigo Rodríguez-Torre
Alteridad, 2025, 20(1), 74-83 75
1. Introducción
Es cierto que en España existe un predominio
de la investigación cuantitativa en publicaciones de
alto impacto, sin embargo, también existe una apuesta
por la investigación cualitativa debido a su contribu-
ción a la investigación educativa (Fernández-Navas
et al., 2021). La investigación en el ámbito socioe-
ducativo cada vez va tomando más protagonismo
en un espacio académico más preocupado por el
abordaje de problemas, tensiones, que pueden surgir
a lo largo de los procesos investigativos y a la hora de
tomar decisiones sobre estos (González et al., 2012;
Opazo, 2016; Pascual-Arias y López-Pastor, 2024;
Suárez, 2017). Además, la educación e investigación
en Ciencias Sociales puede desempeñar un papel fun-
damental en el desarrollo de sociedades democráticas
(Levy et al., 2023). Al respecto, queremos señalar que
entendemos la investigación como un acto político y
comprometido (Darretxe et al., 2020; Murillo y Duck,
2018), porque defendemos una academia crítica, dia-
lógico-constructiva y responsable y es en este contexto
en el que es preciso hablar de la ética. En este sentido,
la tarea de la universidad también es la formación
ética y política (Ramírez-Pardo, 2012) y, por ende, la
formación de la cultura deontológica de los estudian-
tes (Vainola y Khliestova, 2017). Por consiguiente,
las pedagogías críticas permiten reconstruir nuevos
significados marcando su potencial transformador
(Ramírez-Pardo, 2012), ya que entendemos que se
trata de generar procesos de co-construcción de cono-
cimientos junto a los grupos involucrados desde el
campo de la Pedagogía Crítica (Visotsky, 2020).
En esta línea, un importante marco de
reflexión y generación de conocimiento respecto a
la importancia de la ética en la investigación está
siendo toda la perspectiva de la investigación críti-
ca y decolonial (Avila Camargo, 2014; Domínguez,
2018; Francis, 2023; Guelman y Palumbo, 2018;
Kvietok et al., 2022), la cual nos orienta a ver más
allá de rankings y meritocracias, haciendo que nos
hagamos preguntas tan relevantes como: ¿qué es lo
que investigamos?, ¿para qué?, ¿con quiénes?, ¿de
qué modo?. Además, la importancia de recoger otros
planteamientos relevantes que ayuden a situarnos
ante tiempos plagados de incertidumbres, como los
de una ciencia feminista de la “transición, inesta-
ble, reflexiva, crítica, incómoda, desestabilizadora
(Deharde, 2020, p.175), que pongan sus objetivos en
el cambio, cuestionando modelos hegemónicos que
perpetúan las desigualdades y nos alejan de espacios
democráticos de construcción del conocimiento y de
sociedades más justas.
2. Visión histórica de la ética en la
investigación socioeducativa
Considerando esta cuestión desde una visión
histórica, se hace necesario referenciar algunas fuen-
tes por la importancia que tienen y la impronta que
han dejado en las diversas propuestas que encon-
tramos actualmente en este ámbito. Como señalan
Hirsch y Navia (2018), la ética de la investigación
con seres humanos tiene su origen y ha sido espe-
cialmente desarrollada por las Ciencias de la Salud.
Desde este campo, se ha ido expandiendo, consi-
derando y desarrollando en otras áreas. De Miguel
(2021) sitúa los inicios en las Ciencias Sociales a
partir de las décadas de los años 70 y 80 del pasado
siglo, con la constitución de comités éticos y diversas
declaraciones que irán indagando y delimitando la
cuestión. Sin embargo, el punto de partida que debe-
mos considerar en la visión actual de las cuestiones
éticas, tiene un origen dramático debiendo, prime-
ramente, hacer referencia al Código de Núremberg
(Tribunal Internacional de Núremberg, 1947). Este
documento es una consecuencia de los abusos que se
produjeron contra personas en experimentos biomé-
dicos durante la II Guerra Mundial, esbozándose los
primeros criterios respecto a la cuestión de la inves-
tigación biomédica con seres humanos. Supuso la
internacionalización y socialización de esta cuestión.
En el documento se marcaron aspectos esenciales
que se deberán tener en cuenta, tales como, el con-
sentimiento voluntario o la preponderancia de los
derechos del individuo sobre la propia investigación.
Este código ha sido la fundamentación principal de
la investigación, teorización, códigos y protocolos
sobre Bioética que se han ido desarrollando.
Posteriormente, encontraremos el Informe
Belmont (Comisión Nacional para la protección de
los sujetos humanos de investigación biomédica y
del comportamiento, 1979) que recoge una serie
de principios, orientaciones y guías para facilitar la
protección de las personas participantes, tres nor-
mas éticas básicas que considera prescriptivas y que
proporcionan un marco metódico para resolver estos
problemas: límites entre práctica e investigación;
Dr. David Pastor-Andrés, Dra. Monike Gezuraga-Amundarain, Dra. Leire Darretxe-Urrutxi y Dr. Iñigo Rodríguez-Torre
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principios éticos básicos; y aplicaciones. Además,
aporta otra serie de principios que hemos de consi-
derar relevantes: respeto a las personas, beneficencia
y justicia, basados en la aceptación de estos por la
propia “tradición cultural” en la que nos encontra-
mos. El respeto a la persona implica, por un lado, el
reconocimiento y respeto de su autonomía, es decir,
la capacidad de deliberación, de decisión y de acción
que cada sujeto tiene sobre sus acciones mientras no
impliquen daño o perjuicio hacia otras personas. Por
otro lado, hace referencia, también, a la protección
de las personas que tienen su autonomía disminui-
da. Cuestiones como negar información para poder
actuar en total consecuencia, por ejemplo, atenta
contra este principio. El segundo aspecto básico es
la beneficencia, entendiéndose esta como la obliga-
ción de no producir ningún daño y “maximizar los
beneficios posibles y disminuir los posibles daños
(p. 3). El principio de confidencialidad o el de profe-
sionalidad a la hora de no enjuiciar las informaciones
ofrecidas por quien colabora como informante en la
investigación, por ejemplo, deben encuadrarse den-
tro de esta idea de beneficencia.
Finalmente, la justicia se relaciona con otras
dos cuestiones. Una primera hace referencia a la
selección de sujetos y si esta selección se realiza con
un criterio basado en el problema de estudio o si exis-
te otro motivo (facilidad para lograr consentimiento,
coacción, sujetos fácilmente manipulables…); la otra
cuestión, implica que los descubrimientos realizados
no sean para un grupo o sector exclusivamente, sino
que se extiendan a todo el conjunto de personas que
puedan beneficiarse de este. Estos principios en la
investigación conllevan así el consentimiento infor-
mado (Meo, 2010), valoración de beneficios y ries-
gos, y la selección de sujetos como requerimientos de
los diseños y procesos de investigación. El consenti-
miento informado implica que se les dé a los sujetos
la opción de escoger. El procedimiento conlleva tres
elementos: información, comprensión y voluntarie-
dad, esto es, que se le trasmita toda información y
que no se le oculte nada; que esta información sea
entendida completamente, aclarándole y explicándo-
le, de manera que le resulte totalmente comprensible
cualquier duda o cuestión que pueda tener, siendo
responsabilidad de la persona que investiga el cercio-
rarse de todo esto. Además, implica que la potencial
persona participante se encuentre libre de toda posi-
ble coacción y plenamente informada.
La valoración de riesgos y beneficios condi-
cionará la decisión de posibles participantes a tomar
parte en el proyecto. Implica una valoración de la
naturaleza, así como su valoración sistemática. Esta
se debe relacionar con la protección de datos per-
sonales o la confidencialidad de la información que
faciliten. Como señala el informe, los daños pueden
ser de muy diversa índole: daño psicológico, legal,
social, etc. y pueden afectar tanto al sujeto como a su
entorno o al grupo que pertenece respecto a la mues-
tra seleccionada. Desde la óptica de los beneficios,
pueden ser individuales o grupales también, pero
siempre tendrán que ser mayores que los posibles
riesgos encontrados. En todo caso, todo esto queda
siempre delimitado por la protección de los derechos
de los que la persona participante es poseedora.
La selección de sujetos concierne a la dimen-
sión de la justicia. Su relevancia se da a dos niveles:
social e individual. A nivel individual se debe consi-
derar que quien investiga no realizará una selección
con base en preferencias personales condicionadas
por la propia temática a investigar, esto es, ele-
gir sujetos afectivamente cercanos en caso de una
investigación “potencialmente beneficiosa” o elegir
sujetos “indeseables” en el caso de investigaciones
más peligrosas o arriesgadas. Respecto al nivel social,
se plantea que la selección debe valorar quién debe
participar y quién no en relación con “la capacidad
de los miembros de esa clase para llevar cargas y en
lo apropiado de añadir otras cargas a personas ya
de por sí cargadas” (p. 7), pensando en poblaciones
o grupos que, por sus características personales o
ambientales, tienen unas condiciones menos ven-
tajosas que otros a la hora de participar (personas
reclusas, obligaciones familiares, minorías raciali-
zadas, personas enfermas,…) y valorando, también,
quién va a ser más beneficiado de los resultados. Aún
en el caso de ser totalmente imparcial quien investiga
y el propio Comité Ético que apruebe esta selección,
se pueden producir injusticias en la selección pro-
ducto de “sesgos sociales, raciales, sexuales y cultu-
rales que están institucionalizados en la sociedad
(p. 7). Encontramos que trabajos actuales como el de
Armijo y Willat (2022), siguen tomando el Informe
Belmont como referencia.
Otro documento de interés es el proyec-
to Educating Staff in Community Agencies about
Human Subjects Protection in Research (Capacitación
del Personal de Agencias de la Comunidad en lo
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Relacionado con la Protección de los Seres Humanos
en una Investigación), que tiene su base en el Informe
Belmont. Realizado por el Office of Research Integrity
(2004) proporciona una serie de pautas y orientacio-
nes sobre ética y la investigación en la comunidad.
Como señalan, la investigación implica entender el
mundo e intentar mejorarlo, y a su vez, si esta se
realiza con seres humanos, conlleva una serie de res-
ponsabilidades que han de guiarse desde una pers-
pectiva ética que nos permita actuar de la manera
correcta, respetando todos los derechos de las perso-
nas implicadas. El proyecto presenta un protocolo de
investigación que parte de tres cuestiones generales:
reclutamiento de participantes, confidencialidad y
profesionalidad. Este protocolo resuelve de manera
clara cuestiones importantes respecto al papel de
la persona investigadora, tanto durante el proceso
como una vez finalizado. En su desarrollo y nivel de
especificación-clarificación, encontramos una clara
reflexión y profundización sobre muchas de las cues-
tiones que deben considerarse durante el diseño de
cualquier proyecto, y a las que deberían responderse
de manera inicial antes de llevarse a cabo. En la tabla
1, recogemos los tres aspectos y sus puntos clave:
Tabla 1. Elementos clave de la formación del personal de los organismos comunitarios sobre la protección de
los seres humanos en la investigación
Reclutamiento de
participantes
1) Es posible encontrar gente que desconfíe de la investigación; 2) El proceso de reclutar es parte de la in-
vestigación; 3) Todas las personas tienen derecho a decir que no; 4) Pedir consentimiento informado es señal
de que a las personas participantes se les trata con respeto; 5) Muchas veces las personas participantes de
una investigación se encuentran en situación de vulnerabilidad; 6) Incluso las herramientas más simples de
investigación, como los cuestionarios, las entrevistas y los grupos focales pueden ocasionar daño.
Confidencialidad
1) Mantener la información en privado; 2) Revelar información confidencial podría tener efectos graves; 3) Es
más difícil recopilar información íntima si se conoce a la persona que está investigando; 4) La confidencialidad
debe durar toda la vida; 5) La gente solo va a agencias donde los traten con respeto y se sienten con segu-
ridad; 6) No se debe publicar la información adquirida durante la investigación. Mantener la confidencial. 7)
Romper las normas de confidencialidad si sabemos que alguien tiene intención de hacerse daño a sí mismo
o a otra persona.
Profesionalidad
1) Ser consciente del papel que representa la persona investigadora en la Comunidad; 2) Mantener los límites
adecuados; 3) Todos/as y cada uno de nosotros/as somos responsables de nuestra conducta; 4) Quienes
participan en una investigación son personas cuyas vivencias y conocimientos de la vida tienen mucho valor;
5) No prometer más de lo que se puede ofrecer. 6) Ser muy conscientes de los riesgos a los que nos expone-
mos como personas investigadoras.
Nota. Elaboración propia adaptado de Oce of Research Integrity (2004).
Finalmente, hemos de hacer referencia a la
Declaración de Helsinki, encontrándonos en 1964 su
primera versión, y que se ha ido revisando durante
los últimos años (última versión oficial del 2013). La
Declaración de Helsinki de la AMM- Principios éti-
cos para las investigaciones médicas en seres huma-
nos es realizada por la Asociación Médica Mundial
(AMM). Aunque está destinada principalmente al
profesional de medicina, contiene apartados que
refrendan lo señalado en el Informe Belmont y que,
consideramos, son aplicables también a la investiga-
ción en Ciencias Sociales. Por esta razón, nos parece
pertinente recoger los que consideramos aplicables a
la investigación social y ver su concordancia o simi-
litud con las otras fuentes presentadas.
De esta manera, esta Declaración, desde sus
principios generales, incide en cómo la investiga-
ción está sujeta a normas éticas que deben proteger
a todas las personas y que, este derecho, siempre
está por encima de cualquier objetivo o propósito
de cualquier trabajo de esta índole. La confiden-
cialidad, privacidad y el consentimiento informado
deben asegurarse en todos sus aspectos. Se habla así,
de la importancia de una participación voluntaria,
que puede invalidarse por su parte en cualquier
momento sin sufrir ninguna represalia; de cómo las
personas participantes deben ser adecuadamente
informadas en todos los aspectos pertinentes de la
investigación, y asegurándonos de que han compren-
dido toda la información, por lo que es fundamental
tener en consideración las necesidades específicas
que puedan tener para ello y adecuarse a estas.
Aspectos como la difusión y publicación, quedan
sujetos también a la dimensión ética, tanto la integri-
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dad y exactitud de lo escrito, como la disponibilidad
de estas investigaciones para el público, fuentes de
financiación y filiación. También señala la necesidad
de publicar los resultados negativos como positivos o
inconclusos o, en su caso, ponerlos a disposición del
público y que se dé la opción a las personas partici-
pantes de ser informadas de los resultados.
En este documento, la referencia al papel de
los Comités de Ética también se torna relevante, así
como las cuestiones referidas con la difusión y publi-
cación de resultados, otro de los ejes principales en
los que debería pivotar la investigación, sobre todo,
cuando nos referimos a las personas participantes.
Relacionada con esto, recogemos lo que Yu et al.
(2022) señalan respecto a la necesidad de salvaguar-
dar la independencia de los organismos académicos
y científicos de los Estados y sus espacios afines. Sin
duda alguna, se nos plantea la cuestión de la dimen-
sión ética a las más altas esferas y su responsabilidad,
lo cual no debe quedar fuera del debate.
3. Aspectos éticos en la investigación
socioeducativa desde la perspectiva
cualitativa
El personal investigador que utiliza metodolo-
gías cualitativas se suele enfrentar a que se cuestionen
los diseños de sus estudios por los comités de revisión
de ética de la investigación o de las agencias de finan-
ciación (Ells, 2011). Además, la toma de decisiones
sobre la ética de la investigación cualitativa supone
una dificultad cuando el diseño de investigación es
emergente y el equilibrio entre riesgos y beneficios
para las personas implicadas en la investigación toda-
vía es complicado de determinar antes de la imple-
mentación del estudio (Ramcharan y Cutcliffe, 2001).
No obstante, la ética en la investigación socioe-
ducativa se relaciona con los criterios de cientificidad
de la investigación cualitativa. Esta cuestión implica
materias fundamentales a tener en cuenta. Como
indican Hortigüela et al. (2017), en el modelo actual
de producción científica, se valora más la cantidad
que la calidad y el aporte real de las contribuciones,
lo que condiciona tanto la forma de hacer como de
entender la propia ciencia y esto lleva a subrayar,
más si cabe, la importancia de la dimensión ética
en este ámbito. En la investigación social cualitativa
la dimensión ética, deberá ocupar un lugar central,
cuando menos, en el debate académico (Abad, 2016).
No debemos olvidar que, como señalan diferentes
trabajos recogidos por Yurén et al. (2018), para las
personas investigadoras, la ética en la investigación
suele quedar como un valor que se situaría por deba-
jo de las competencias técnicas-metodológicas y el
posicionamiento epistemológico. De esta manera,
debemos entender que, lo ético es indisoluble de las
cualidades personales (Cardona, 2020).
Por consiguiente, hemos de situar la ética en
la investigación socioeducativa como factor cardinal
dado que el objeto fundamental de la investigación
son las propias personas. Esto implica la existencia de
cuestiones que emergen durante el proceso que deben
cuestionarse y responderse también desde una mirada
ética. Arias y Giraldo (2011) señalan que en la inves-
tigación cualitativa se toman en cuenta tanto el papel
de los valores como la existencia de un sesgo ideoló-
gico que media durante todo el proceso investigador,
lo que obliga a tener el elemento ético presente. De
Miguel (2021), por su parte, recalca que la producción
de conocimiento siempre es un acto político y por ello
esto exige asumir responsabilidad, cuestionando así
la supuesta objetividad positivista. Gómez y Molina
(2006), respecto a la ética y la responsabilidad, indican
que las normas y reglamentos éticos establecidos no
solo se deben conocer, sino que deben interiorizarse,
llevándonos a un proceso reflexivo sobre nuestra labor
en la investigación y los efectos de nuestras acciones,
exigiéndonos responsabilidad. Esta responsabilidad
implica tres aspectos (Arias y Giraldo, 2011): un deber
respecto al buen hacer; la consciencia de las posibles
consecuencias; y la obligatoriedad de responder ante
alguien. Por su parte, Sandín (2003) relaciona los
aspectos de validez y credibilidad de la investigación
cualitativa con la necesaria consideración de las impli-
caciones éticas, considerando que ambas están indi-
solublemente unidas. El autor subraya que el trabajo
con las personas —mediante encuentros, entrevistas,
participación y cooperación, entre otros— es decir,
el carácter relacional de la metodología, confirma y
manifiesta esta interrelación entre ambas cuestiones.
Muchas de las decisiones que se toman estratégicas,
prácticas o metodológicas son, finalmente, cuestiones
de índole ético. Finalmente, para la investigadora
Nancy Walton (2016), los objetivos de la ética en los
procesos de investigación son tres: protección de las
personas participantes; que la investigación responda
a los intereses de las personas, de grupo y de la socie-
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dad; y la validación de la actividad desde la perspecti-
va ética, tomando en cuenta para ello elementos como
el riesgo, la confidencialidad y el consentimiento
informado (Walton, 2016 en Hirsch y Navia, 2018).
En el ámbito educativo, Sandín (2003) consi-
dera que son tres las cuestiones éticas principales en
el proceso de investigación cualitativa: el consenti-
miento informado; la privacidad y confidencialidad;
y la estancia en el campo. Sobre esta última cuestión,
la autora hace referencia a dos cuestiones: el proce-
so de negociación de entrada y el tipo de relaciones
que se establecen. Respecto al ingreso, se plantea el
modo de acceder a las fuentes de información en un
espacio que suele estar estructurado jerárquicamen-
te, como suelen ser los centros educativos. Sobre el
aspecto relacional, hace hincapié tanto en la impor-
tancia de la presentación, como de la explicitación
clara de intenciones. Se puede observar que, todos
los aspectos que se plantean, deben quedar recogidos
tanto en los informes como en las declaraciones rea-
lizadas, encontrándose en manos de quien investiga
la obligación de llevar adelante en su trabajo bajo
estos planteamientos éticos, no como dogma, sino
como coherencia humana e investigadora que for-
talece el propio resultado de la investigación. Como
escriben Rodríguez et al. (1996), el componente ético
supone “una garantía de integridad moral” (p. 278)
de las personas investigadoras.
4. Competencia investigadora
en la educación: desafíos y
oportunidades
La consideración de principios éticos en la
investigación social y educativa debe ser incuestiona-
ble y un principio exigible en toda investigación que
tenga como medio y como fin a las propias personas.
Una pequeña visión a sus orígenes y desarrollo nos
colocan delante de cuestiones que delatan su impor-
tancia. En este acercamiento, hemos visto cómo el
propio lenguaje va cambiando, y es que este mismo
lenguaje, es el que configura cualquier realidad,
incluido la ética. Así, apreciamos un salto cualitativo
fundamental entre el Informe Belmont y el Educating
Staff in Community Agencies about Human Subjects
Protection in Research. La base la proporciona el
Informe Belmont, pero en el siguiente documento ya
no se habla de sujetos informantes, sino de partici-
pantes, pasando de ser objeto a persona con la que
se interactúa en un diálogo con el objeto de aportar
conocimiento, dando paso a una construcción colec-
tiva de ese conocimiento, fruto de la propia interac-
ción (De Miguel, 2021). Como señala Abad (2016),
es necesario una revisión tanto de procedimientos
como de los criterios de valoración ética y se deben
adecuar a las diferentes realidades y a los diferentes
momentos de los procesos de investigación más allá
de protocolos estandarizados o de modelos que se
repiten mecánicamente (Yurén et al., 2018). De esta
manera, al referenciar esta necesaria revisión de las
propuestas y modelos, no se pueden obviar las reali-
dades que van cobrando relevancia en cada tiempo y
espacio, que debe obligar a revisar tanto los aspectos
epistemológicos como metodológicos y de cualquier
otra índole que se relacionan con esta dimensión
ética. Como claro ejemplo, podemos mencionar los
debates respecto a la inteligencia artificial (IA). Firat
y Kuleli (2024) referencian algunos trabajos que
cuestionan la falta de transparencia de su estructura,
presentándola como “contraria al movimiento hacia
la transparencia y la ciencia” (p. 225), lo que nos sitúa
ante nuevos retos éticos respecto a nuevas situacio-
nes que se encuentran totalmente condicionadas por
nuevos medios y que, a su vez, avanzan más rápido
que los procesos de reflexión que debieran promo-
verse respecto a sus usos y funciones.
Ante todo esto, a día de hoy, encontramos
nuevas cuestiones a considerar, reflejo de los cam-
bios que van aconteciendo en nuestro mundo más
cercano, y que han cobrado especial relevancia
abriéndose paso también, en esta cuestión. Autoras
como Sandra Harding y Donna Haraway (citado en
Aguilar, 2008; Deharbe, 2020) señalan la existencia
de una visión antropocéntrica de las ciencias y que
las condiciona en todos sus elementos. Así, las nor-
mas mismas de los saberes, entre las que debemos
incluir los postulados éticos, estarían sesgadas por
este constructo. Ante esto, se posicionan y proponen
una ciencia feminista, con un objetivo emancipador
y, por ende, poseedora de una responsabilidad social,
comprometida y crítica, sin que pueda situarse o pre-
sentarse como independiente de la política o relati-
vista. Sus postulados van más allá, y también refieren
la existencia de otras interseccionalidades que deben
considerarse además de la de género, como son las
de raza o clase.
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Autoras como Vigoya (2016), nos señalan
otra serie de interseccionalidades relacionadas con
las anteriormente mencionadas (raza, etnia, reli-
gión...) que condicionan la vida y posición social
de personas o colectivos. Esta autora presenta la
interseccionalidad como una herramienta de análisis
que permite advertir estas categorías y sus interrela-
ciones, identificando las desigualdades o privilegios
desde la interrelación de estas. Siguiendo esta estela,
Arias y Giraldo (2011), por ejemplo, recogen de
manera breve una propuesta realizada por Mauthner
et al. (2002). Estas autoras, frente a planteamientos
de éticas situacionales, realizan una propuesta que
disminuya el énfasis en las leyes y los principios” y
que, la toma de decisiones se base en la “ética femi-
nista del cuidado” (p. 511). La cuestión de género, es
algo en lo que hay que profundizar más en el ámbito
de investigación socioeducativa y la dimensión ética,
no debiéndose obviar la importancia de esta y sobre
la que pivota, también, el modelo de producción de
conocimiento (Blázquez, 2012; García y Ruiz, 2021;
Jiménez, 2021). Como Conesa y González (2018)
señalan, en los últimos años en las instituciones
científicas se están dando cambios organizacionales
más relacionados con modelos competitivos que, a
su vez, conllevan todo tipo de presiones y tensiones
en quienes apuestan por desarrollarse laboralmen-
te en este ámbito. Así, plantean la importancia de
basarse en modelos basados en enfoques feministas,
en los que la ética del cuidado cobra una importan-
cia relevante en los modos de hacer y de estar, un
cambio sustancial en lo que significa esa producción
del conocimiento también. A la par, en relación con
otras cuestiones entrelazadas como la importancia de
la equidad de género (Salinas Boldo, 2018), tampoco
se deben obviar otras interseccionalidades ligadas a
esta como son la raza y la clase social, condicionadas
por las relaciones de poder existentes (de Miguel,
2021; Montecinos et al., 2023). Cómo se conjugan
estos elementos, indican también la propia visión del
modelo de investigación y cómo nos situamos ante
esta desde el mismo diseño de investigación y todos
sus elementos.
Además de lo señalado, como indican Hirchs
y Navia (2018) en su investigación, si bien estos
protocolos o propuestas sobre ética se centran en
favorecer la protección de las personas participantes,
nos recuerdan que puede ser igualmente importante
considerar la protección de quien investiga, dado que
existen contextos en los que la seguridad no siempre
se encuentra garantizada. Como presentan Armijo y
Willatt (2022) existe una tensión entre la protección
y la participación que hay que tener en cuenta y
debe ser resuelta de manera ética. Algunas de estas
cuestiones ya se recogen en algunos protocolos como
hemos podido ver, pero también exigen una recon-
sideración. Primeramente, por el peso de las rela-
ciones de jerarquía que existen entre participantes y
quien investiga, pero también respecto a los espacios
en el que discurre la investigación, recordando que
deben ser de seguridad y confianza (De Miguel,
2021). No se ha de olvidar que no toda persona que
investiga se encuentra en esa posición o lugar, por
muy diversos motivos que pueden relacionarse con
cuestiones diversas como las relaciones de poder, el
género, el tema de investigación, o el lugar en el que
esta se desarrolla (de Miguel, 2021; Martínez-López
et al., 2022; Montecinos et al., 2023; Pulido, 2017; Yu
et al., 2023; Yurén et al., 2018) encontrándonos que,
en muchos casos, algunas o todas estas interseccio-
nalidades se dan a la vez. Tampoco se puede obviar
que trabajar en lugares en conflicto, por ejemplo,
pone en riesgo no solo la labor de profesionales que
buscan aportar con su trabajo, sino también su vida.
Cuando hablamos de cuestiones como la ética, que
remonta su visión actual a situaciones acaecidas
tras una guerra mundial esto nos tiene que llevar
a reflexionar profundamente sobre estos elementos
que, como marcan sus principios, tienen entre sus
fines aportar para la mejora de la vida de las perso-
nas. De esta manera, la revisión y el debate continuo
sobre la dimensión ética en la investigación, debe ser
continuo y responder a los retos y a las preguntas
pertinentes que continuamente van apareciendo,
con el foco puesto en los elementos que favorecen el
cuidado de todas las personas implicadas desde una
labor y encuentro profesional y humanamente ético.
Por consiguiente, el cuidado requiere un a-
lisis en profundidad. Actualmente ante el ritmo fre-
nético de la vida en la que nos encontramos y la
cultura de la rapidez, Berg y Seeber (2016) reflexionan
sobre el movimiento “Slow” en la academia, lo que
incluiría también lo relacionado con la investigación
en cuanto a la dedicación del tiempo y la energía,
por ejemplo. “The Slow University” es una idea que
necesita muchas personas partidarias para convertirla
en un movimiento internacional (Rosso, 2019). El
movimiento feminista de investigación slow y su ética
Dr. David Pastor-Andrés, Dra. Monike Gezuraga-Amundarain, Dra. Leire Darretxe-Urrutxi y Dr. Iñigo Rodríguez-Torre
Alteridad, 2025, 20(1), 74-83 81
del cuidado pueden ofrecer maneras de avanzar ante
todas las reformas neoliberales a las que nos enfren-
tamos (Bergland, 2018). Según Cravens et al. (2022)
saber decir “no” supone un trabajo emocional que
supone respetar límites, esto es, decir no como un acto
de autocuidado. Desde el autocuidado la propia ética
tiene una lectura más amplia, humana y necesaria.
5. Conclusiones
La investigación en el ámbito socioeducati-
vo no está exenta de tensiones, ya sea por factores
externos como asuntos meritocráticos, o por factores
internos relacionados con la toma de decisiones en
el proceso de investigación. Considerando que la
educación es política, y, por ende, la investigación
también lo es, en este trabajo se ha analizado el tema
de la ética como aspecto fundamental en cualquier
proceso de investigación. No cabe duda de que nos
encontramos ante retos como el de la construcción
del conocimiento de manera más participativa y
democrática, contando con todas las voces impli-
cadas en los procesos; la necesidad de considerar
diversas interseccionalidades que durante tiempo
han estado limitadas a relaciones de poder, evitan-
do así que muchas personas queden silenciadas de
la historia; y la reflexión sobre el cuidado tanto del
grupo de investigación en sí como de todas aquellas
personas con las que se entabla una comunicación en
el proceso de investigación.
En definitiva, la ética nos impulsa a pensar,
sentir y actuar, tanto en el ámbito académico como
en el de la investigación. Por consiguiente, resulta
imprescindible continuar reflexionando sobre este
tema, especialmente desde la (inter)acción.
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